Pequeños placeres.

Un día nublado en pleno verano, ver el amanecer junto a mis amigas, capuzarme por primera vez en la piscina después de un largo invierno, una buena conversación bajo un manto de estrellas, fotografiar los pequeños detalles, reír hasta que me duela la tripa, ver una carrera de motos y saltar de alegría sobre el sofá con cualquier adelantamiento de Valentino Rossi, pintarme las uñas de diferentes colores, leer un buen libro, conversar con mi madre, emocionarme con una película, hacerme tatuajes con bolígrafo, beber leche caliente en invierno y coca-cola con cubitos en verano, estar toda una tarde de sábado viendo la tele bajo una gran manta frente a la chimenea, pasear con la bicicleta, dejar subir a mis perros sobre el sofá y abrazarlos con fuerza, viajar, besar a alguien especial, ver mi serie favorita, dormir, leer antiguas anotaciones, charlar hasta altas horas de la madrugada, bailar hasta que el cuerpo no pueda más, gritar para desahogarme, llorar cuando no pueda más en mi rinconcito, saber que tengo a grandes personas a mi lado, quitarme los tacones después de toda una noche de sufrimiento, los masajes, mis trenzas, hacer la payasa, ver fotos, sus ojos, su sonrisa, él en general, mirarme en todos los espejos, escribir en momentos de relajación, pasear, arreglarme por si por una simple casualidad me encontrara con él, soñar despierta, filosofar, preguntarme que habrá después y si tal vez los que ya no están si que estén ahí protegiéndonos, darme cuenta que esta vida merece la pena y que voy a disfrutarla al máximo. . .